La primera vez que sostuve esa mano, el plato de cereal al despertar, el ruido de las aves qué escuchaba sin parar y un sábado diferente dieron lugar.
Puedo recordar si bien, una infinidad de juegos donde como siempre pudiste destacar y entre mis torpezas por mi culpa tener que reiniciar.
Lo admito, estaba emocionada. Algo elocuente se emitia dentro de mi corazón. Era música, era mención. Pequeña transmisión dentro de mi interior.
Cada canción y cada minuto se reflejan hasta el día de hoy, como si esas melodías estuvieran esperando ser escuchadas en el momento exacto. Qué loco suena cada fragmento de lo que sentí en ese precio momento.
Disculpame por infringir tu conocimiento, solo quería compartir aquel momento.
Compartir qué definitivamente algo estaba pasando. Porque cada vez que te acercabas, era un latido más y más directo. Y fue ahí donde vi todo en concreto.
Ese día supe que yo daría todo de nuevo. Uno de los abrazos qué por más que pase el tiempo, jamás podré olvidar. Ya que fuiste tú, desde el primer momento.
Y aunque yo tuviera toda la vergüenza posible con interferir asi de fácil en la vida tan movida qué tenías, te doy las gracias por regalarle a mis memorias aquel día tan especial qué atesorare por siempre.
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